Tras la popularización de la religión cristiana-protestante en el pueblo, D. Juan Heredia y Dª Luisa Huelin, que eran fieles cristianos y católicos, vendieron su propiedad por un precio simbólico a una institución religiosa con una única condición: en su propiedad se impartiría clases de formación en la religión católica.

El matrimonio compartió la idea con Sor Emilia, prima de D. Juan y visitadora de la Compañía de Hijas de la Caridad. Estas aceptaron la fundación y formalizaron ante notario el contrato de compraventa el día 8 de octubre de 1930.

Deciden llamar al colegio Medalla Milagrosa en honor a la historia de Sta. Catalina y su entrevista con la Virgen.

En sus primeros años activos las clases se impartían en las habitaciones de la casa, ya que eran suficientemente amplias para el número de alumnos que asistían por entonces. Las materias que se enseñaban eran las imprescindibles para tener una preparación básica para desenvolverse en la vida de esta época: Historia Sagrada, lectura, escritura, matemáticas básicas, historia y geografía de España. Para las niñas era imprescindible la costura. Cantaban y formaban un coro, que actuaba sobre todo en las festividades de la Virgen.

Los tiempos iban cambiando, las exigencias en los planes de estudio también y se ve la necesidad de dar a los alumnos una preparación académica superior a la que se impartía y en 1962 comienza la primera promoción de Bachillerato Elemental, con exámenes libres.

Con el paso del tiempo, el colegio ha ido creciendo en números, tanto de alumnos como profesores. Se ha ido adaptando a los múltiples cambios en los planes de estudios dictados por el M.E.C. a las nuevas necesidades educativas, a los cambios sociales y a las nuevas culturas. Y aunque en numerosas ocasiones se pensó, aprovechando su magnífica situación, en usar el edificio para colonias y retiros de hermanas, no se podía ignorar el verdadero motivo de su existencia: Ser un centro de formación cristiana para niños y jóvenes.


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